Presencié escenas sobre el teatro y el cine. A continuación bajo mi
imaginación las diluía en la mente, las absorbía y en el aula, que a duras
penas me podía permitir pagar. Las empleaba a mi manera de hacer, a mi persona.
Como el niño tímido que está en clase y observa los comportamientos de sus
compañeros, el entorno. Formando parte de grupos en que unos se le permiten o es
más propicio para él, por la confianza o por estar en un entorno de juego en el
que le sugiere confianza y se atreve a representar. A volar en su imaginario,
trabajar su imaginario. Al igual que la persona que asiste a unas clases de
clown y va recordando que tiene un arma a favor de la vida.
Con cierta progresión en el teatro te atreves a salir delante de más
personas con un sentimiento de vergüenza que es el que dará su fruto a una
manera de comportarte en el escenario. Ya que creo que en una actuación somos
nosotros bajo unas circunstancias. Estas circunstancias es que estoy expuesto ante
un público que no se puede obviar y menos en el clown. Es como ese mismo niño
que da indicios ya en clase y se deja llevar por el juego, se atreve a jugar ya
en clase. Sin olvidar su vergüenza, la desnudez que siente al comenzar en el
juego y que nunca se ha de perder. Cuando el imaginaba, los otros ya se
atrevían a transgredir con los demás. Paso que se ha de dar suavemente, sin
forzar y en confianza. Pero que se ha de dar sin temor y sin cesar aprendiendo
cada vez más de tu clown. Como de tu persona. Como de la comicidad de esta.
Más tarde algunos dan el paso de exhibirse. Su ego representa por ellos y
no por las personas que has asimilado durante la vida, como los gestos o
maneras de expresión. Ya que también creo que al igual que en el clown no se
pueden obviar las experiencias vividas, tampoco se pueden obviar el transcurso
de personas con las que has enfatizado o has tenido empatía. Ya como la cultura
o la simple y agradable adquisición de pequeñas representaciones que van con el
“Yo”, que van más acordes con tu persona. Como el simple hecho de parentescos
emocionales o psíquicos de los “GRANDES” y no creerse uno de ellos hace que se
vaya en una dirección u otra. Todos tenemos en la mente estos, que hacen que te
enorgullezcas de sentir como ellos, no ser ellos.
Es la diferencia de querer dominar a un público exhibiéndose o querer
agradar desde el “Yo”, exponiéndote. El niño que abusa de su confianza con un
grupo creyéndolo saber todo o el que continúa el camino del aprendizaje en este.
Más tarde, como el niño que deja de serlo para entrar en la adolescencia ya
se conocen otros ámbitos y se va improvisando
familiarizándote en estos, habiendo infinitas situaciones que vivir en
escena. En los que las IDEAS surgen. Mediante la “IDEA” y la “IMPROVISACIÓN” se
van probando gags y escenas. En los que si algún día se representan no dejaran de
ser hechos como el primer día de ensayo, viviendo un presente alimentado de
juegos y pequeñas sorpresas improvisadas con el público.