sábado, 22 de febrero de 2014

FELICIDAD, CENAMOS CARIÑO?

Está claro que el objetivo principal de todo ser humano es alcanzar la felicidad, esa que fluctúa entre momentos plenos y momentos de dolor. En esa búsqueda nos encontramos con la personalidad carismática de nuestro clown, nuestra propia comicidad.
Los buenos momentos, la felicidad, generalmente se caracterizan porque es tan simple como “el amor” es como cuando nos enamoramos. Todo se ve desde otro prisma, sentimos que queremos y que nos quieren en una armonía que se nota y que nos parece perfecta. Entonces, incluso nos hace gracia hacer el ridículo y lo hacemos como en una fusión con nuestro clown, encontrando nuestro propio ridículo, del que no sentimos vergüenza.

Se da a entender que en los buenos momentos, en los que sentimos amor, todo es maravilloso y es simplemente por esa o esas personas a las cuales les tenemos un gran afecto y nos proporcionan la libertad del amor.
Otras personas nos pasan desapercibidas y otras… Nos llevan a “un odio exacerbado hacia ellas, nos son completamente hostiles, nos hacen daño, creemos que todo nos sale mal por culpa de ellas, no podemos soportar su presencia…”
En fin, cosas que el payaso no puede sentir si quiere ser autentico y feliz.
Es cuestión de ir cambiando la percepción, ver quién es el lado afectado por el odio y de sentir verdadero amor hacia las personas. Si! Sentir amor… Ser feliz. Alcanzar la felicidad. Esa que en nuestra profesión realizamos Otelo con otro actor y sentimos plenitud, amor y decimos: Así querría actuar toda mi vida!
El problema lo encontramos cuando estamos completamente obcecados en otras personas.
Ricard Rotcan nos dice en su libro “Aprendiendo a querer” que es cuestión de saber si es porque “se trata de personas muy sabias o bien, en cambio es porque se encuentran debajo de los efectos de una mente totalmente descontrolada”. También nos revela que “cuando alguien se responsabiliza de las reacciones que desencadena en otros y se compromete a hacer un esfuerzo para desarrollar las buenas cualidades de la mente, no hay ninguna duda que sus relaciones con los otros alcanzaran una calidad especial, de manera que en su entorno todos se sentirán plenos de goce y con esta buena armonía que hace que toda especie de cosas buenas puedan surgir…”

Todo esto se puede tomar como despojo o tomarlo como un posible camino, de otros tantos. El sentirse enamorado por el entorno ¿por qué no? con unos focos, entre aire acondicionado o ya sea con una escoba en casa que te dicen que estas en el lugar adecuado y con las personas idóneas que te quieren, que quieres y queriéndote tu mismo de manera distinta.

domingo, 16 de febrero de 2014

EDUCAR LA LIBERTAD


Educar desde el cariño, desde el respeto, la comprensión… Favorecer los ciclos de la infancia sin forzarlos, sin adelantarnos. Vivir todas las etapas de la niñez dejando seguir su cauce y dejar desarrollar las capacidades al ritmo natural. Estos infantes son más activos, sonríen la mayor parte del tiempo, muestran afecto, mimo, movimiento, son solidarios, les resulta fácil cooperar y no manifiestan actitudes sádicas, competitivas o vejatorias hacia el resto de los iguales.
El tener unos educadores estrictos, que causen el miedo a la libertad, incapacidad de amar, búsqueda deteriorada de la libertad… Puede ser la causa de limitar y distorsionar el proceso de la maduración. Factores que se han señalado en muchos líderes, incluyendo a Hitler que se acercó al poder y a la defenestración de Europa como analiza el neuropsiquiatra austriaco Wilhem Reich en su libro Psicología de masas del fascismo.
Sigue esta educación… Es sabido por muchos que trabajan en el ámbito de la educación que todavía hay familias que se rigen por estos hábitos con falta de calor humano.
Es fácil distinguir una persona bondadosa de una mezquina. De una persona que genera libertad y de otra que la quita.
Por eso la única libertad que se ha de mesurar es la de estas personas, no otras… De las personas que con métodos estrictos nos intentan encauzar a su lado. Que en cuanto notáramos la presencia de esos futuros dictadores por los devastadores medios de comunicación como políticos o periodistas, saber que con nuestra confianza podrían envalentonarse a hacer otras realidades malvadas, nuestra replica habría de ser la retención de su poder, porque este incluiría nuestra libertad. Esa libertad que llegarían a distorsionar para quitárnosla.

Hoy en día, el bufón representa al poder y el que lo ve ríe por “el loco ridículo” que lo representa. Pero el bufón que representa con exceso de público y este no ríe, es peligroso.