lunes, 4 de septiembre de 2017

A ti te hará gracia!

Si uno se para a pensar no hay comportamiento humano que se escape de la comedia. En todos nuestros actos encontramos un gran filón para reírnos a nuestras anchas y es que lo risible lo encontramos en nuestro día a día y proviene de nosotros mismos.
También nos encanta formar parte de una cierta normalidad y vernos parodiados, si es con buen gusto, nos chifla.
Entre otras cosas esto es lo que intenta hacer el payaso en nosotros mismos y es lo que a veces logra. La verdad, es que nos puede hacer sentir de maravilla.
Nosotros nos sentimos mezquinos y miserables con nuestras maneras de ver las cosas, el payaso juega a una cierta realidad y nos la muestra en su imaginación.  Es entonces cuando nos vemos de otra manera, como una cosa graciosa.
Ya somos otros, nos sentimos igual que una “célébrité” en su salsa. Nos ha subido un cierto ego sano al verlo.

Mostrar el comportamiento humano es un arte que en algunas tribus se ha venerado teniendo igual o más poder que el chaman o en otras culturas se ha perseguido hasta la hoguera por no caracterizarse como un arte noble. Realmente un personaje así es un gran aliado para cualquiera, haciéndonos ver otras realidades y provocando  una reflexión sobre nuestra persona. 
Hace la función de amigo, como si este hiciera una bufonada sobre un acto nuestro y explotáramos a reír  sintiéndonos  sensibles al ridículo que nos produce tal hecho. Por consiguiente, recapacitaríamos de la mejor de las maneras.
Gran remedio para los males acabar a carcajadas con el poder curatorio de la risa ¿No?
Cuando alguien nos hace ver más allá con buenos modales y una pizca de humor reflexionamos con dosis de más de humanidad y autoestima. Nos reconciliamos con el mundo en el que vivimos y pensamos del personaje que estamos viendo: qué granuja el tío este, bueno yo ¿o los dos? Va! da igual. Nosotros…

Este ver más allá, este conocimiento extra no está del todo reconocido por todo el mundo. Todavía hay quien ven estas artes como una cosa simple o vulgar, una cosa infantil y sin transcendencia alguna.
Pero cada día son más las personas que deciden quitarse algunas capas de más, de prejuicios pegajosos a una extraña moral y se muestran desnudos ante el público. Hacen de la risa un arte y nos dan a conocer nuestras pequeñas sandeces y calamidades de una forma simpática. Mejorándonos como personas.
Lo cierto es que necesitamos profesores, barrenderos, médicos, policías… Pero también necesitamos a alguien que nos haga reír de nosotros mism@s.


                                ¿Me ayudas a cogerlo?