lunes, 29 de junio de 2015

Mi amigo Micky elevado al cuadrado



Mi amigo Micky se veía extraño en aquella ciudad, con su nuevo origen y su nuevo trabajo.
Sabía perfectamente que estaría sumergido a dos ciudades diferentes durante una temporada. Personas de un lugar y de otro con las cuales tendría que convivir y llevarse bien.

En su ciudad de origen, Carolina, la gente era muy distinta a las otras personas con las que había tratado. Quizás, las circunstancias de aquellas personas hacía que tuvieran un comportamiento un tanto peculiar.
Cuando visitaba Dublin,  se encontraba en medio de una situación comprometida. En uno de sus dos océanos vestidos de metrópolis. Era extraño en dos lugares diferentes y eso le preocupaba casi tanto como a los demás. Es más para algunos sería una  irritación enarbolada. 

Me parece que es una  situación parecida al mal amor. En que se desea tener a una persona a toda costa sin saber muy bien por qué. Estas personas no entienden que sus seres queridos  puedan tener una vida normal y los asfixian en contra de su voluntad. No permiten que su amigo o pareja sea realmente como es. Y eso, puede que no sea demasiado amor, tal y como yo lo veo. A mi amigo Micky le sucedía algo parecido y eso le afectaba. Yo le decía…
-Micky, hay experiencias que por extrañas que nos parezcan tenemos que vivirlas como cualquier otro suceso hasta llegar al próximo estado. Ce la vie...





Había momentos en que las emociones de Micky se debilitaban ante el problema que se había engendrado, pero la fortaleza que había demostrado para según qué cambios salía a flote y de nuevo volvía a ser él, con su sentido del humor punzante y su clara personalidad.

Pasó unos días en Dublin y comprobó que los habitantes de su nueva ciudad eran bastante parecidos a él, y eso, el saber que en el mundo hay más personas parecidas a ti te hace todavía más fuerte. 
Saber que en Dublin se vivía de una manera muy parecida a la suya le daba una paz tranquilizante. 

Aunque no podía quitarse de la cabeza ese asunto desolador del  cual estaban disgustados muchos de sus amigos. Algunos, como sabéis, no llevarían bien que Micky pretendiera a dos ciudades a la vez y que este anduviera por las calles de ellas como si nada.
En fin,  la cosa se había gestado y tendrían que superarlo con paciencia y la  mente abierta.




Micky  lo daría todo contando con un buen aluvión de personas, algún pequeño diablillo y los recuerdos de otros tantos familiares y amigos.

Esta nueva experiencia transcurrida en dos terrenos tan distintos les uniría aún más para demostrarle a Micky que hay una luz en el corazón de las personas, que a veces nos ciega y que otras en cambio hay que fijarse mucho, pero que siempre nos ayuda y se junta con nuestra propia luz. Que nunca se apaga y que siempre está presente.

jueves, 18 de junio de 2015

Contando historias por las calles


Las personas se adhieren a telas transparentes para protegerse del frío. Tú tienes esa tela, él la tiene.  Son telas más o menos franqueables en que otros seres traspasan en mayor o menor medida.
Telas invisibles llenas de sentimientos, emociones, alguna risa o gruñido. Si no estás alerta alguien traspasa tú frontera o sin embargo eres tú el que decide acariciar la mano de otra persona !Pero cuidado! no sabes si ese fruto es prohibido o está ansioso por qué delegues tu tacto.
El tacto que te permite hablar con un policía, un niño o una señora. El tacto que ayuda a un público a evadirse. Que emite tus historias a su cerebro y actúa de juez contigo. Será tu público si no ofendes a su guardián  interior o si le ofreces un jugoso fruto para dedicarle atención o sin embargo si no cambias su emisora tan solo para incordiar.




La calle de la alegría regala juego a sus artistas. A sus francotiradores de sonrisas, también de sorpresas. Enlazando historias fantasiosas a merced de un público exigente y a la vez frágil.
Un público dispuesto a una caricia para su moral. También a lo más difícil todavía, a la honradez. El público dispuesto al carisma que fractura sus sentimientos. A la buena y con tacto improvisación que tienen tus actos.
El que refunfuña, el que desconfía, el que niega el saludo tan solo tiene un mal día. Ese día volará si sanas tu voluntad. Si tienes esa medicina que cura y reconcilia con tu día.

Dicen que un hombre pretendía arrojar su vida a un muelle. Que de camino fue sorprendido por unos artistas callejeros y que el ánimo subieron como por arte de magia. Dicen también que lo único que arrojo fue unas monedas a los  sombreros. A este hombre le quedaría un bonito recuerdo  en un día gris.
¿Mentira? ¿Cuántas anécdotas quedan en el baúl de la memoria y tan solo son contadas para nuestros adentros? Anécdotas que nunca conoceremos desgraciadamente.




A eso nos arraigamos, a historias que merecen ser contadas con pasión. A historias que no sabes si son verdaderas o falsas pero que te alimentan para seguir en esta hazaña.

Son historias que con un poco de suerte pasaran de un abuelo a un nieto ¡eso sí! sin ser desapercibidas por la luz de la bondad. Historias contadas para un amigo con sol o con lluvia, con una mantita o una toalla; puede que a la luz de la luna ¿cómo no? A la luz que remueve tu inspiración para crear historias de la calle. 



jueves, 4 de junio de 2015

El Click



Siempre hay un click para que una persona reaccione. Para que su campo de visión aumente con un golpe de adrenalina. Puede ser una acción, una frase, una situación significante o un gesto gentil; pero cuando se produce ese click en una persona determinada todo lo que se ha querido transmitir se asimila con creces.

Solo se ha de buscar una manera para que se produzca ese click y si tus intenciones son sinceras tendrás parte de la carrera ganada. En ocasiones incluso la constancia es un detonante para que explote el click en la cabeza de tu aliado. En un momento de esa constancia cobra vida algo maravilloso que te demuestra que nada ha sido en balde.






Con esta especie de pulsador se actúa de manera sincera con uno mismo y a la vez somos egoístas, pues se puede utilizar para recibir mucho más de lo que se da.

Si haces un click procura que sea afectivo en vez de destructivo, ese que todos necesitamos en caso de apuros. Mágico, instantáneo como la droga más natural y más pura; que da dosis extra de vida y que merece ser estudiado con atención. Merece más la pena la investigación sobre una patraña similar que sobre cualquier arma destructiva.

Puede que este factor sorpresa lo estemos empleando a diario sobre personas estimadas y también que lo estemos utilizando en nuestras profesiones casi sin darnos cuenta; doctores, jueces, funcionarios, jardineros o artistas; todos somos capaces de atrevernos con un poco más en nuestras vidas y en las que nos rodean. Familiares, amigos, conocidos o a quien tengamos cerca.


Por un error se produce un click y nos dan vuelos, nos cambian la percepción de las cosas, como si con una barita mágica nos tocaran. No tenemos agradecimientos suficientes para esa o esas personas que te han proporcionado esa muestra de afecto. El afecto que te dieron en otro día de tu vida, como el que darás a otra persona de tu entorno o de otro país…