sábado, 30 de abril de 2016

Vuelve a cantar "la dolce vita"

Los recuerdos, siendo los cómicos o los más entrañables
nos refuerzan nuestra identidad y buen estado de ánimo.
No seriamos nosotros mismos si no nos recordáramos y 

lo más seguro es que tristemente tampoco nos reconoceríamos
si no tuviéramos un seguimiento de otras etapas.

No es lo mismo permanecer en el pasado
viviendo en el presente falso y erróneo.
Que en cambio, recordarnos con cierta ternura
en algunos pasajes de nuestra vida.
Recordarnos de esta manera tan sana nos da
buena salud emocional y mejora la autoestima.

La mayoría de personas que reniegan de su pasado
no se sienten a gusto con ellas mismas, afectando esto
a su entorno más inmediato. Un desencadenante 

puede ser esa renuncia a lo vivido anteriormente.
Estas personas no suelen ser permisivas con los demás. Sienten rencor
precisamente por que huyendo del pasado

sienten con más fuerza la losa que arrastran de lo ya vivido. Y así,
el pasado nocivo queda  todavía más latente en el presente.

Recordarnos, vernos tiernos y vulnerables

pero sobretodo, reconciliarnos con nuestros pasajes anteriores
es la manera de abarcar nuestro clown.

También es la manera de afincar
con más firmeza nuestra persona.

Y es que el binomio persona- clown, cuando se conoce
van de la mano en una relación muy sana y estrecha.
El uno (el joven clown) es un torrente desenfrenado de libertad,
felicidad y humor. Es juvenil, optimista; aunque a veces vulnerable.
Nuestra persona (la identidad) lo calma
y lo serena con gran sensatez para crear
una entrañable amistad.

Digamos que el uno escucha la voz
de la experiencia del recuerdo. Y el otro,

el más sensato. Es decir, la persona
se enriquece de la frescura de su amigo.
Pero aún y así no dejan de pertenecer los dos

a la misma base.

Cuando esto ocurre es como si cantaran
los dos una canción a coro
y la música que se escuchara fuera
el suculento resultado.