jueves, 25 de julio de 2013

Odiaba a los niños y era profesora




Me gusta.

He clicado me gusta aún sin saber lo que escribiré. Pero, me gusta…

Al igual que se desconecta la máquina de un respirador artificial o como se conecta el clown con la nariz. Como también deja atrás lo psicológico, la maquinación de más y más estrategias sonsas que no nos dejan vivir la vida. En cambio, preparándonos una serie de prejuicios en una muerte triste, muy triste. En vida…

Tan rápido como el clown juega a pasar por la vida de todo lo que le rodea poniéndose en su puesto sin prejuicios.

Se tendría que poner en los locales junto al extintor de incendios una “nariz roja”, abrir solo en caso de emergencia; antes de acabar con la especie o con alguno de sus miembros. Debería haber maratones de honestidad y que se extendieran por todo el planeta con pequeños pub´s para reponer. Cuando acabara, que nos viéramos todos el lunes con resaca de sensaciones.

El beso y las caricias no pasan de moda permanecen todos los tiempos sin contraindicaciones.

El payaso antipático le dice al bueno ¿cómo te va la vida?

-Me has dejado sin palabras, es maravilloso eso que dices! Cómo nunca me fijé en las palabras? Tienen sincronía esos ruidos que haces con la boca, es fabuloso! ¿Y qué hacía yo todo este tiempo?

Cuando los lenguajes nos unen es para utilizarlos en conocer a esa persona, para defendernos ante la adversidad, de lo cotidiano, de lo común; para decir: hostia, puta y joder. Para dar los buenos días o en cambio también para no decir nada.



Disfrutando de la maravillosa compañía de Charlie Rivel en Cubelles